-¡Ya voy yo! ¡Qué alegría Khaled! Pasa, pasa, llegas a tiempo, nos disponíamos a cenar. Verás que contenta se pone mi madre. Ayer mismo me preguntó por ti, como sabe que nos vemos de vez en cuando.

             – Gracias, he de comentaros algo que me ronda en la cabeza.

Después de la cena con la familia, Khaled les contó una historia…

-Como sabéis estoy muy contento en la escuela donde trabajo y además me considero privilegiado por poder dedicarme a lo que me gusta. Dicho esto, llevamos una temporada observando que cada vez hay más niños llave.

– ¿Niños llave? No lo había oído nunca.

-Son niños que están solos todo el día, sus padres tienen largas jornadas laborales y como las empresas no hacen programas de conciliación, pues se ven abocados a colgarle la llave a sus hijos del cuello, para que ellos solos vayan y vengan a la escuela, lo triste es que cuando estos niños llegan a casa, igual pasan cuatro o cinco horas completamente solos hasta que sus padres llegan del trabajo.

– ¡Pero eso es una monstruosidad!

             – Lo es. La semana pasada, se me caía el alma, cuando una joven madre, vino a preguntarme si podíamos admitir a su pequeño en el comedor del colegio, ella comenzaba a trabajar, también por las tardes para poder llegar a fin de mes, y no tenía a nadie que pudiera hacerse cargo de Martín. Martín tiene ocho años, es un chaval estupendo, pero desde que su madre ha comenzado a trabajar más horas, él se levanta sólo, se lava, se viste, desayuna, y tiene la llave de casa colgada en su cuello, para no perderla. Llega a la escuela solo, come en el colegio, se queda a las tareas extraescolares, pero a las cinco o las seis, vuelve solo a su casa. Su madre llegará a las diez o algo mas tarde del trabajo. Como Martín, tenemos a otros treinta muchachos y muchachas. Así que he pensado, que con vuestra ayuda, podríamos crear un grupo para estar con ellos por lo menos hasta las ocho de la tarde. Les proporcionaríamos la merienda, en los servicios sociales del barrio, me han dado apoyo para abastecernos de las meriendas y tener una sala donde poder darles respaldo  para que realicen las tareas escolares y demás.

             – Cuenta conmigo, dijo Hala. Como era de esperar, los demás se unieron al proyecto. Quedaba mucho por hacer, había que ver disponibilidad de horarios y demás, pero Khaled, durmió esa noche a pata soltada, como diría Hala.

Mordida existencial: La historia de los “Niños llave” ha querido ser una lectura provisional del “padecimiento”, de más niñas y niños de los que parece. Una llave colgada al cuello. ¿Cuánto pesa una llave que te abre las puertas de la soledad? ¿Cuánto pesa una llave que te resta cariño y compañía? ¿Cuál es la llave para solucionar estas situaciones? En otros tiempos, la llave, llaves, era una canción para jugar al corro. ¿Dónde están las llaves Matarile………..

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.