Julia (la hija de Clotilde, la vecina que vive enfrente de Hala y Mazem) llega a casa contenta y le enseña a su madre una hoja, después de besarla.

             – Tienes que contestarme a las preguntas  para cumplimentar esta hoja con los datos de tu padre. Me he puesto en contacto con la “Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Mientras Clotilde contesta a las preguntas de su hija, gruesos lagrimones corren por sus mejillas. En ese momento el timbre de la puerta paraliza la escena. Ahmad entra en la cocina y ve a la madre de Julia limpiándose las lágrimas.

             -¿Qué ha pasado? Clotilde le sonríe mientras le contesta.

             -Nada, no es nada. Verás Julia al fin ha dado con la asociación que se encarga de buscar a los desaparecidos de la guerra. Como sabes, mi padre fue uno de ellos. Estábamos recordando datos para enviárselos y no he podido evitar emocionarme.

             -Es lógico. Me alegro mucho. Tú al fin vas a tener suerte. Mi hermano y yo, no sabremos jamás qué ha sido de los cuerpos de nuestros padres, ni de los familiares. Tuvimos que salir del infierno sin mirar atrás.

             -Nunca se sabe Ahmad, fíjate en mí, como tarden mucho en dar con él…, puede que no lo logre, pero lo tengo que intentar.

Ahmad se sentó al lado de Clotilde y escuchó otra vez aquel horrible relato, mientras Julia terminaba de escribir todos los datos, para enviárselos a la asociación por correo electrónico.

Mordida existencial: Gracias a la “Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)” muchas familias han podido recuperar los restos de los suyos y les han dado una despedida digna con un enterramiento legal.

El pasado viernes, auspiciada por la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Villarejo de Órbigo, tuvo lugar una charla en la sala cultural de Veguellina de Órbigo, en la que los dos ponentes Marco González y Carlos Morla,  explicaron el enorme trabajo que lleva a cabo la asociación. Primero tuvo lugar la proyección del documental “Las Cunetas” y luego Marco González, nos fue desgranando cómo desde el año 2000 han ido recomponiendo y uniendo con los suyos, a muchas personas que desaparecieron en fosas comunes, en las cunetas, en los montes, sin existir motivo alguno para ello. Una triste realidad que ha día de hoy sigue sin tener solución por parte del gobierno ni de ningún organismo estatal.

Igual que yo sé dónde reposan mis seres queridos, los demás tienen el mismo derecho. ¿Dónde queda la ética social y personal de un pueblo, si mira para otro lado ante el sufrimiento y la injusticia del vecino?

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.