Comencé a leer el poemario “Cuaderno Bicéfalo de Nuria Viuda y Rafael Parrado” con fuertes interrogantes y con el entusiasmo de irme encontrando con una manera de hacer muy poco común. El poemario partía de la biografía de una santa: Faustina Kowalska. Rápidamente supe que debería tener varias lecturas este cuaderno de dos almas. También supe que debía leerlo reposadamente, buscando mi otro yo, que de vez en cuando se dejaba asomar por entre las páginas que juegan a buscarte respuestas en tus propias venas. Nuria Viuda y Rafael Parrado, respiran, escriben, intercambian palabras, utilizan la mística y la dualidad, para demostrarnos que todo está salpicado de vida y que la vida en sí es la propia santidad, aunque cueste tanto reconocerlo y perdamos en ello, preciosas alas, que no sabemos hacer volar. En sucesivas relecturas, recalo en la filosófica manera de compartir, que estos dos autores, muestran en las páginas del poemario. Además hacen partícipe al lector, al involucrarle y ponerle la tentación de ser uno más, porqué no, de ser un trío el que surque y practique los versos. Un trío formado por los dos poetas y por el lector, que pasa a ser un nuevo álter ego de lo cotidiano del ser, de lo poderoso de saberte santo y demonio, porque todas las formas habitan en ti, en mí, en ellos…

Mordida existencial: La existencia nos muerde cada día con algún minuto oscuro que nos viene a decir lo insignificantes que somos, pero también hay minutos de elevación, en los que se transmuta la esencia de las cosas cotidianas para darnos a entender que todos formamos uno y que de ese uno, que nació en el inicio de la piedra, hemos ido brotando todos, con el polen de ser iguales, pero a su vez, con los distintos estigmas (cada cual que escoja la acepción que más le guste de esta palabra), que nos dan un filamento distinto a la hora de vérnoslas con nosotros mismos. Nosotros mismos, ese es el verdadero enigma. ¿Quién es ese yo mismo?

¡Lo que ha dado de sí el poemario! Hacía bastante que no pensaba tan concienzudamente. Admito que he tenido que preguntarme más de una vez qué santo se les había roto a Nuria y a Rafael. Pero les agradezco su poemario que me ha devuelto la satisfacción de hacerme pensar, de hacerme sentir viva y dispuesta a la búsqueda. Muy agradecida escribo estas líneas. Agradecida también a otra gran escritora y amiga, Mercedes González Rojo, que un buen día me presentó a Nuria Viuda, que a su vez, hizo que llegara a mis manos “Cuaderno Bicéfalo”. Su lectura te, nos hará bien.                            Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.