Ghada entró en la cocina con unos folios en la mano, iba dispuesta a que leerle a su madre el trabajo que había elaborado para la clase de literatura. A Ghada se le daban de vicio las letras.

           – Anudo en el pelo, / la cinta de tu ser. / La cinta que une mi voz, / a la voz querida / de tu presencia, de / tu alegría y anuncia / calma, belleza, paz. / La cinta que me une / al origen y al fin, / como estas palabras, / que unen y atan ríos / de cordura y alma. / Palabras que anudan, / palabras que aúnan, / como una cinta / infinita, cálida. / Palabras que enlazan, / que traerán cariño, / respeto, bondad, alas, / para saltar libre / en el vuelo constante, / de la vida, del ser. / Palabras que  aten, / con ñudo corredizo, /

por si hay que volver, / otra vez a amanecer.

           Ghada miró a su madre que escuchaba con los ojos fuera de órbita.

-Es, es…, muy bonito lo que dices. Y creo que cierto, hay que buscar en el lenguaje la unión, no el desarraigo. Creo que has hecho un trabajo precioso.

-Bueno, lo cierto es que el profesor nos dijo que debíamos mostrar en nuestro trabajo el feminismo. Pienso que está conseguido, ya que las palabras ayudan a mejorar el entorno de cada uno, con las palabras nos podemos implicar más en la solidaridad y la igualdad, que es lo que defiende el feminismo.

– Debo admitir que estaba equivocada, yo creía que feminismo buscaba la superioridad de la mujer sobre el hombre.

– Pues no madre, el feminismo defiende y lucha por la igualdad de derechos de ambos sexos.

Hala, ofreció a su hija una taza de café, ésta se lo tomó y la abrazó con fuerza antes de irse a clase.

–         Gracias mama por todo lo que me has cuidado y enseñado.

En el corazón de Hala, se abrió un hermoso vuelo de gratitud y de respeto. No se habían equivocado al venir a este país. Habían encontrado paz y armonía. En ese mismo instante otro vuelo tenebroso, aterrizó en sus ventrículos. ¿Qué sería de los suyos?

Mordida existencial: Nadie sabe, dónde le llevará la vida mañana. Por eso no está de más, ni de menos, recapacitar antes de negarle al viento que deje sus semillas en nuestras macetas. Las flores siempre son bellas, aunque sean de otro lugar.

Manuela Bodas Puente. Veguellina de Órbigo