A woman holds a child as she walks with other migrants and refugees after crossing the Macedonian border into Serbia, near the village of Miratovac, on January 29, 2016. More than one million migrants and refugees crossed the Mediterranean Sea to Europe in 2015, nearly half of them Syrians, according to the UN refugee agency, UNHCR. The International Organisation for Migration said las week that 31,000 had arrived in Greece already this year. / AFP / ARMEND NIMANI SERBIA-MACEDONIA-EUROPE-MIGRANTS

Pido disculpas por haber cortado la historia de REFUGIO durante un mes, pero otros relatos han venido a poner presencia en las palabras. Esto pasará alguna que otra vez, así que la historia de REFUGIO,  descansará de vez en cuando, aunque no por ello, me olvidaré de seguir alimentándola. Dicho esto, pasemos al capítulo que nos ocupa esta semana.

           Ahmad y Samir se abrazaron cuando se reencontraron en el hospital. Samir había perdido el conocimiento debido al humo que había inhalado en el incendio, pero Ahmad lo había remolcado sobre sus hombros hasta llegar a un lugar donde obtuvo ayuda. Ahora Samir estaba totalmente recuperado y Ahmad había ido a buscarlo al hospital. Se dirigieron al parque que había enfrente y se sentaron en un banco.

           -Gracias amigo, de no ser por ti, hubiera muerto en el bosque.

           -Bueno eso quiere decir que de ahora en adelante tenemos un pacto de hermanos, y que nos ayudaremos siempre.

           Sellaron sus palabras con unas palmadas y se miraron a los ojos dando fe de que aquel pacto. Luego se quedaron un rato en silencio, mascando cada uno para sí lo bien que hubieran estado en sus países.

           -¿Sabes? Dijeron al unísono.  –Habla tú primero anda. –No, simplemente estaba recordando cómo era mi casa, la calle donde vivía, el colegio. El otro día en el hospital, pude comprobar en una fotografía de un periódico, que de aquello no queda nada. Todo es ruina y agujeros, las fachadas de las casas, están como si un gigante las hubiera cogido con sus manos y las hubiera desojado. No se lo he dicho a nadie, pero estuve llorando un buen rato, no puedo quitarme esa instantánea de la cabeza.

           – Es cierto, yo también vi esa fotografía y estuve leyendo el artículo, bueno no pude terminar, ya que, como muy bien dices, a mi también las lágrimas me nublaron la vista. Es muy triste, pero somos afortunados, nosotros pudimos salir a tiempo y ahora estamos a salvo. Muchos de los nuestros ya no lo podrán decir.

           Se abrazaron con lágrimas en los ojos, y se consolaron en el idioma de su niñez, la conversación fue derivando a historias de cuando eran niños y jugaban por las calles de su ciudad, recordaron juntos la miel de muchos momentos vividos.

           -Se está haciendo tarde Ahmad, en casa estarán preocupados, deberíamos haber llegado hace un rato.

           -¡Es cierto! Vámonos, como dicen aquí: se nos ha ido el santo al cielo.

Mordida existencial: Si es muy triste para los que no hemos pasado angustia, desolación, miedo y humillación, observar los documentos fotográficos que nos llegan de los países en conflicto, ¿cómo se sentirán las personas que se han visto abocadas a dejarlo todo y salir de sus lugares de origen si querían conservar la vida, al ver que solo quedan ruinas, donde antes existía su vida?

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.