Los abonos mensuales y otras ofertas para fidelizar “la clientela” no pueden ocultar un precio abusivo.

Desde Izquierda Abierta consideramos  escandaloso que se cobre 7 euros por entrar en las nuevas piscinas  de Eras de Renueva, mientras en el resto de piscinas municipales el precio de la entrada es de 2,20 euros.

Denunciamos el afán privatizador del alcalde del ayuntamiento de León, Antonio Silván, que suma y sigue, acepta con entusiasmo la herencia recibida de legislaturas pasadas, dando una patada a seguir en la “externalización” de los servicios municipales, mientras tolera la falta de personal en áreas muy sensibles. Un ejemplo es la gestión privada de estas instalaciones municipales por parte del Centro Supera.

Esta empresa privada obliga a que los usuarios y las usuarias paguen por unos servicios que no siempre van a utilizar. Mientras que en el Hispánico los precios de la utilización de la piscina y de las pistas de pádel están separados, en Eras obligan a pagar por todo el conjunto de la oferta, se utilice o no. Lo que consideran una magnífica instalación deportiva, moderna y de vanguardia es una forma más de dar negocio a una empresa privada, al tiempo que se vende el carácter público de las instalaciones, como bien expuso el Alcalde coincidiendo con el estreno de las piscinas de exterior. De este modo la administración pública se convierte en mero intermediario de un negocio de terceros que hace caja a costa de las vecinas y vecinos de la capital.

Si las piscinas de Eras son municipales los precios deben ser los mismos que en el resto de piscinas municipales, con precios bien diferenciados para para cada tipo de servicio.

La gestión neoliberal del Partido Popular, como ocurrió también en el periodo del PSOE, promueve con recursos públicos  inversiones para el sector privado, perjudicando finalmente a la ciudadanía; estamos ante una fórmula más para favorecer a la empresa privada. Nada que ver con la gestión propia de un ayuntamiento en beneficio del interés general.

Lo más grave del asunto es encontrarse con que la falta de un modelo de ciudad provoca que se solape la planificación de servicios en los barrios por una especie de subasta: donde las zonas más deprimidas sufren el olvido municipal, o unos servicios insuficientes, y las que disfrutan un nivel adquisitivo menos bajo tienen que sufrir el interés privado y pagar a mayores por servicios que serían infinitamente más baratos si se dotasen de una gestión publica y directa.

León necesita conocer como sufren la crisis y el paro sus ciudadanas y ciudadanos, analizar que infraestructura pública necesita cada barrio y planificar con sensatez para que cada zona de la ciudad se dote de los mismos servicios a un precio asequible que también tenga en cuenta el número escandaloso de personas en riesgo de pobreza, que ya se acerca al 30% de la población de la capital.

Una ciudad no puede presumir de generar agravios comparativos en infraestructuras similares como hizo el alcalde hace una semana. Por eso mismo preguntamos a Antonio Silván si va a seguir potenciando a la empresa privada, solapando al servicio público, o si va a cambiar el paso y crear ciudad, planificando necesidades y ejecutando inversiones en los barrios sin tratarlos como si algunos fueran de primera y otros de segunda.