Sergio Ramos, él solito, clasifica al Madrid a cuartos de final de Champions. El capitán blanco volvió a tapar las carencias del Real Madrid con un doblete que silenció San Paolo en la segunda parte, tras una primera de color azul cielo.

El Nápoles empezó con todo. Con la presión arriba no dejaba espacios a un Madrid nervioso y que aguantaba el chaparrón de fútbol e intensidad como podía. Las diagonales características de los de Sarri hacían mucho daño. Insigne, Callejón y Mertens se movían continuamente para despistar a la defensa madridista. A eso se añadía la inseguridad que, en un par de acciones, transmitía Keylor Navas. Casemiro se encontraba muy solo a la hora de defender en 1/4 propio y Hamsik aparecía con libertad. Y al 24 llegó el gol. Mertens recibe de un Hamsik libre de marca y hacía arder San Paolo. Tan solo en una ocasión los de Zidane consiguieron crear verdadero peligro. A la espalda de la defensa, Cristiano aguantó, pero envió al palo. Los italianos volvían a la carga y tanto Mertens, también a la madera, y Hamsik, pudieron poner patas arriba la eliminatoria. Sarri estudió y meneó tácticamente a un Madrid perdido y sin ideas para parar la ofensiva napolitana.

Y apareció el hombre milagro. Sergio Ramos silenció San Paolo. El capitán se erigió en el salvador de la Casa Blanca una vez más. Un gol vital para el ritmo de partido y para la confianza de su equipo. Y si querían Ramos, pues tomen dos tazas. Otra vez el 4 asomó por el espacio aéreo para poner el 1-2 y cerrar la eliminatoria. Sergio volvió a tapar todas las carencias que tuvo su equipo en la primera mitad. De nuevo, la épica del Madrid pudo con el fútbol demostrado en la cancha. Morata puso el candado definitivo con el 1-3. 

El Real Madrid a cuartos e imagen intacta para muchos, para otros el conjunto de Zidane sigue ofreciendo debilidades aunque gane. Sergio Ramos merece una estatua en el Bernabéu y Morata sigue demostrando que está para ser titular.

Juan Lorenzana Prieto @juanlp91

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