Es un primo, que acaba de entrar por la puerta de atrás de un mundo colmado de incertidumbres. Uno de esos primos que vienen del futuro para intentar arreglar los sueños que se han desbaratado, para coser las heridas de una Tierra cambiante, gastada por el mal uso, desequilibrada por la avaricia de una raza que se considera superior.

El 2017 es el primo rico que viene de otra galaxia, y en el que pensamos para que solucione nuestras propias irresponsabilidades. Más le valdría haberse quedado en otro planeta. Haber plantado sus ilusiones en Marte, al menos le durarían hasta que el humano llegue allá, si es que  no nos merendamos antes nuestra propia civilización.

¿He dicho civilización? Palabra hortera donde las alla. ¿Hay alguien ahí? ¡Sí, ahí en la civilización! Nada, no respondemos nadie. Pobre 2017, no sabe lo que le espera. Menos mal que no ha visto aún el trabajoso y doloroso camino de su predecesor.

Su predecesor fue año de peregrinaje forzoso para miles de personas. Y como decía la canción: “Desahuciado está el que tiene que marcharse a vivir una cultura diferente”. Muchos no llegaron, otros están atrapados entre fronteras y designios de países que fueron pasto de cruentos enfrentamientos y ya no se acuerdan.

¿He dicho fronteras? Palabra tremenda, además en plural. ¿Cuántas fronteras existen? Si alguien lo sabe que me lo cuente.

2017 es un primo que aún no sabe de dioses y sacrificios en pos de ellos.

¡Dioses! Otra palabra enorme, también en plural, donde no entran definiciones lógicas ni treguas tangibles. ¡Cuánto daño en nombre de cuántos dioses desde que el humano quiere someter al humano que tiene al lado!

Ojalá 2017 dé una tregua a la realidad que conocemos y el humano deje de someter al otro. Humildemente pienso, que aunque sea sumamente difícil, 2017 lo tendría fácil, tan solo, con dejar que la libertad se posase en el aura de cada uno y no llegase hasta el aura del otro, ya que libertad es respeto no límite.

Con todo y con eso, hemos avanzado, algo se ha recorrido después de miles de años. Hay cerebros bienpensantes, que han descubierto bondades para seguir en la brecha. Hay corazones grandes, que bombean buena energía. Hay brazos dispuestos a los abrazos.

Regüeldo: ¡Que no haya más  mujeres asesinadas por violencia de género!

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.