Cada día que pasa, cada partido vivido en el Bernabéu, Zidane me recuerda más a Vicente del Bosque. ¿Por qué? Ahí van algunas de las claves:

En primer lugar es un hombre tranquilo, sin rencores y sin sobresaltos en el día a día. Desde esa calma o estado Zen que parece tener el francés, maneja los tiempos de un vestuario con muchos egos. Hasta el último jugador de la plantilla está enchufado, eso demuestran en el campo.

En segunda instancia, el Real Madrid, al igual que con Del Bosque, no se caracteriza por un gran y vistoso fútbol, en cambio, el día grande, se crecen. Así lo demuestran el partido en el Calderón de esta temporada, el del Camp Nou o el del Borussia Dortmund. Compiten cuando tienen que competir, aunque sin regularidad en el juego.

En tercer lugar, ambos entrenadores tienen esa suerte que tantos quisieran. Las victorias en el último minuto, los partidos que, sin saber como, salen adelante. La llamada flor, la comparten ambos.

Por último, y enlazando con la primera, el trato con la prensa es excepcional, aunque no den ese ansiado espectáculo que otros nombres si hacen. Ni una palabra más alta que otra, nunca quedan mal, nunca se salen del tiesto.

Si bien es cierto que no podemos comparar todavía a uno y otro. Don Vicente dio un Mundial a un país huérfano de esa gloria hasta 2010 y dos Copas de Europa a los aficionados madridistas. Zidane apenas acaba de empezar. Sustituyan a Toshack por Benítez, añádanle la Champions en su primer año y voilà.

El saber estar, la elegancia, el muchas veces quedar bien, la tranquilidad con la que manejan egos, para otros incontrolables, hacen que se parezcan mucho, aunque todavía salvando la enorme distancia entre ambos.

Juan Lorenzana Prieto @juanlp91

Fotografía: memedeportes.com