Quien haya creado el avanzado mecanismo de Anticitera consiguió usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas.

El llamado mecanismo de Anticitera es uno de los artefactos más misteriosos de la historia de la tecnología. Y no es para menos.

Creado hace 2.000 años en la antigua Grecia, este objeto de bronce corroído no más grande que una laptop moderna parece una máquina del futuro.

En junio un grupo de científicos consiguió descifrar algo que desde su descubrimiento, en el año 1900, no se había podido resolver: ¿para qué servía?

La “primera computadora creada por la raza humana”, tal como describieron sus descubridores al mecanismo de Anticitera, se utilizaba con fines astronómicos, como rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas.

Ahora, un grupo de arqueólogos submarinos dio un paso más: recuperar restos de un esqueleto humano que se encontraba en el barco hundido en la isla griega de Symi en el que estaba este enigmático artefacto.

El pasajero y sus claves

Según publicó este lunes la revista científica Nature, los huesos desenterrados se encuentran “sorprendentemente bien preservados”.

Gracias a ello, los científicos ya han podido determinar que los restos pertenecen a un hombre joven, de alrededor de unos 20 años.

Lo han bautizado como Pamphilos, un término griego que significa “amigo de todos”.

Futuros estudios de ADN podrían ayudar a desentrañar algunos de los misterios que rodean al mecanismo de Anticitera, como el origen geográfico de los ancestros de Pamphilos y, por ende, del artefacto.

También se podrían llegar a saber detalles físicos del joven (color de pelo y ojos, por ejemplo) y hasta qué tipo de actividades realizaba o qué condiciones de vida tenía debido al estado de sus huesos.

Pero para eso habrá que esperar aún un poco más.

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