El británico Andy Murray se convirtió por segunda vez en campeón del torneo masculino de Wimbledon al lograr imponerse al canadiense Milos Raonic por 6-4, 7-6 (7/3) y 7-6 (7/2).
El tenista escocés, de 29 años de edad, logró superar los potentes servicios de Raonic que alcanzan los 230 kilómetros por hora y así se hizo con su tercer título de Grand Slam, tras haber participado anteriormente en 10 finales de torneo.
Este partido ante Raonic fue la primera vez que Murray llegó a la final de un Grand Slam como favorito, tras haberse enfrentado en las anteriores ocasiones a Novak Djokovic o Roger Federer.
Una asombrosa capacidad de respuesta
Un elemento clave para el triunfo de Murray fue su habilidad para hacer frente a los extremadamente rápidos servicios de Raonic.
El canadiense ejecutó el servicio más potente de todo el torneo a 236 kilómetros por hora, pero no fue suficiente para impedir al británico ganar el punto con una jugada brillante.
“Él se mueve increíblemente bien y devuelve bien, esas son sus principales fortalezas”, comentó Raonic, quien tiene 25 años de edad.
“Cada vez que juegas con él, sabes que va a lograr regresar los servicios más que ningún otro, al igual que Novak, agregó.
El fin de una larga espera
En 2012, tras perder su primera final de Wimbledon en contra de Roger Federer, Murray dio un discurso que se hizo famoso por haber estado cargado de emotividad.
Pero un año más tarde finalmente logró romper con la espera de 77 años llevaba tenía Reino Unido sin lograr ver a uno de sus tenistas coronarse como campeón masculino de Wimbledon.
La posibilidad de que ese triunfo se repitiera atrajo a muchos espectadores que hicieron cola desde temprano para asistir al partido, mientras en la tribuna real estaban el duque y la duquesa de Kent, así como los excampeones Bjorn Borg, Stefan Edberg y Boris Becker.
“Para mí, este es el evento más importante de cada año”, dijo Murray tras el partido. No es para menos: Murray es el primer británico en ganar varios torneos de Wimbledon, desde que lo hizo Fred Perry en 1935.
“He tenido algunos momentos muy buenos pero también duras derrotas, por lo que las victorias se sienten más especiales debido a esas pérdidas”, agregó.
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