La mamá miró a los niños y les sonrió. Que guapos que estaban vestidos de jalouines! Con los trajes que ella misma había comprado en esa tienda tan cara del centro, estaban guapísimos.

Así disfrazados, podrán salir a la calle, en su compañía claro, para poder presumir de ellos y de sus disfraces, y pasearse como si del mismo New York se tratase.

Porque a ella siempre le gustaron estas costumbres extranjeras. Ella fue de las primeras que abrazó a Papa Noel y desterró, a pesar de su cristianismo de misa dominical, a los Reyes Magos que tan bien se habían portado con ella cuando era pequeña.

Y es que no se puede comparar. Donde esté el gordo ese con esos cornudos que le tiran de un carro, perdón, de un trineo, con su barba tan blanca y  su panza que parece haberse comido todo el turrón del mundo, que se quiten esos anticuados Reyes Magos tan cutres y tan de pueblo. Y con esos pobres camellos tan pesados.

Ella era tan moderna para estas cosas! Siempre lo fue. Y por eso compró las bicis nada más que se pusieron de moda aunque nunca supo montar en ellas. Y por eso se apuntó a quince gimnasios de postín para que le rebajaran las grasas y la papada. Y compró un quad y un snowboard y un….  E hizo picnic y aerobic y …Todo lo que sonara a extranjero le caía bien. No como a su antigua amiga Carlota que era mucho más tradicional y solo le gustaba lo español, con el toro de Osborne incluido.

Y que decir del Carnaval. Pero a lo Rio de Janeiro. No como el de su pueblo, porque ella era de pueblo aunque se casara bien con un dentista de pro de la ciudad, que hablaba más de guirrios que de samba y de minifaldas. Por eso ella misma y su hija se vestían siempre con una minifalda sambera en carnaval y salían a hacer el tonto y a pasar frío cada año. Pero, y lo bien que quedaba ser tan moderna y tan “extranjera”!

Ella entendía así esto de la globalización. Hay que abrazar todo lo que venga de más allá aunque sea peor que lo que tenemos. Porque, según su razonamiento, lo que aquí tenemos no debe ser nada bueno porque no sale tanto en la tele ni en el programa de Ana Rosa.

Y lo de jalouín. O halloween que dicen ellos. Para qué queremos festejar nosotros a los muertos y ver el Don Juan cuando tenemos calabazas para poner velas dentro y hacer que metemos miedo a los demás. Y nos vestimos de brujas y de vampiros, y de muertos, y vamos por las casas, como los americanos, a meter sustos a los vecinos que se hacen los asustados y se ríen como bobos. Qué delicia de jalouín. Qué bien nos lo pasamos todos haciendo de americanos, como otras veces hacemos de brasileños o de suecos.

Qué más da.

Todo es bueno con esto de la globalización. Menos el ser sensato y poner cada cosa en su sitio.

Ángel Lorenzana Alonso

  • Una vez más llegan estas fiestas y una vez más repetimos el cuento. A ver si alguien se da cuenta.